miércoles, 21 de diciembre de 2011

...I think liar a good porrito and drink several shot of tequila/


Leon Russell - Can't Get Over Losing You
http://www.facebook.com/l.php?u=http%3A%2F%2Fwww.youtube.com%2Fwatch%3Fv%3D6b_DVhLdyKk%26feature%3Drelated&h=dAQGOUL-nAQGzot7yUquqaKfJfIzvaq1pswrR0pXDCASMwQ

...I think liar a good porrito and drink several shot of tequila/
not to forget that and I forgot/
a river cry me/
cry me a river...

Creo que liaré un buen porrito y beberé varios tequilas
para no olvidar que ya olvidé
un río que me hace llorar

Llorar como un río…


Joe Cocker, Mad Dogs - Cry me a River 1970
http://www.facebook.com/l.php?u=http%3A%2F%2Fwww.youtube.com%2Fwatch%3Fv%3DSMwXPueu-RM&h=QAQH7SQXzAQEQUWlAa0zrWaubh0XSSCVkASW45sK4mWM8vQ

…In reality you have always been something of an imaginary friend/a pale shadow/a thread of smoke/at a long road with no signs or warnings of closeness/To silence of a sleepless night that never ends...

En realidad siempre has sido algo más parecido a un amigo imaginario
a una pálida sombra
a un hilo de humo
a una carretera prolongada sin señales ni avisos de cercanía

Al silencio de una noche insomne que no acaba


Maybe, Janis Joplin
http://www.youtube.com/watch?v=caiBo_wTxrY&feature=related

…Drink until Soylent/I submerge myself in the densities of dark eyes wind/To dream that dream...

Beberé hasta que el destino nos alcance
Me sumergiré en las densidades del viento que oscurece los ojos

Soñaré que sueño


Desmond Harris

Variaciones sobre una charla callejera




Osiris Puerto, DF, 2011




Que poderoso el fluir de la tinta…


Hay tardes violetas en el horizonte
en que parece como si el sabor de la tinta
se confundiera con el de la pólvora

y las palabras se subordinaran entonces al incendio

despeñándose

eritreas

provocando abismos al caer…

Pueblo de Tlalpan

Variaciones sobre Fly Away de Linda Perry

Desnudo ácido, Foto Cinka Baños, DF, 2011





…Podré arrancar los vestigios de la espalda
desnudar las venas
y sin más auxilio que el de una tarde en blanco y negro
lanzar el cuerpo al vacío…


Pueblo de Tlalpan

lunes, 15 de agosto de 2011

Oración bajo fuego


“La paz no es mansa, sino heroica.


Tarde o temprano se impone, no importa el costo”


Eliseo Alberto


...pero si la perturbación de los sentidos no es la causa de la locura,


si es, en cambio, el modelo...


Michel Foucault


para Tania Espinosa




Que el silencio de los simples no sea confundido con cobardía,


que la desesperanza no sea el pan que comamos todos los días,


que la muerte no sea tan parca y tragona,


que la inquina no se encone...


que no haya más tontos, sino personas que piensan diferente,


que no haya más insensatos sordos y extremistas,


que se puedan cambiar los balazos por los besos,


que los pasos nunca se acaben y conduzcan al abrazo,


que la boca no se llene de mendacidad ni de mordazas,


que en el corazón ya no quepa más el odio


y que la sangre no se contamine con más plomo.



Que tomar otra vereda valga tanto para buscar otro camino,


como para abandonar lo que lastima o se detesta,


que el exilio no sea el destino de los disidentes


(quienesquiera que estos sean),


y que vivir


no sea un necesario acto de heroísmo.



No necesitamos más héroes…


viernes, 15 de julio de 2011

Paradojas de la ceguera

De la penumbra surge la voz y se hace eco
Narrativa corporal Butoh por Lucas Matus
Foro José Martí, DF

El viento surca ligero las paredes
tiene sonido de voz
no sé,
tal vez de sirena o de medusa

La mar dice no importa
no te ancles escucha!

Que nombres extraños que tienen las cosas

El hombre gruñe y más tarde aprende a guturar
y para no extraviarse en confusiones decide nombrar...

‎... y así nace el signo

Cuando se le acaban los nombres para las cosas que sus ojos ven
entonces imagina lo que sus oídos escuchan...

Paradojas de la ceguera...

Las muchas maneras de ver.


palabras emergentes a la limón en fb


Miraflores

miércoles, 22 de junio de 2011

Infamélicus



Taller Ollin Yoliztli, danza Butoh, Abril 2011


Una lluvia tardía y sofocante hacía estragos en las calles…




Desmond Harris, peripatético de tiempo completo, asomó la nariz por la ventana que daba al inventario tal como solía hacerlo cuando sus reservas de dinero llegaban a niveles críticos.


Nadie en su sano juicio dentro del catálogo se percató de su conmovedora presencia, tan atareados se encontraban unos y otros, afanados en resolver el sexto misterio del mundo y de paso terminar el novenario 40mil (tan en boga en estos tiempos) antes de que se presentara en el lugar de los hechos la siguiente aurora.


Vaya que si sabían ellos cómo son los asuntos infámicos de un egoísta cegado por la iracunda fe depositada en la intimidación.


Con su boca de lechuga maltratada y una mal fingida sonrisa Desmond Harris preguntó:


– ¿Astrágalos de fantasía?


Cada uno dejó respectivamente lo que estaba haciendo para mirar al unísono hacia la ventana y responder como miembros honorarios del chorus line:


– Tenemos disponibles astrógrafos y carne de floripondio, respondieron todos a una sola voz con la garganta inflamada cual palomo en cortejo fúnebre.


–Cuestiones que a usted no le servirían de mucho, dada su situación actual y la enervante fluctuación intermedia de la bursa de valores propiedad de Don Down Jones y el índice Nikkei, agregaron unicornes, todos y cada uno, campeones del orfeón y el címbalo.


– ¿Pero a quién le importa la rebatinga de maravedíes? Replicó Desmond Harris con los pulmones llenos de gris desaliento.


Hizo un esfuerzo supremo y continuó desde el albornoz masacrado, herencia de su padre desaparecido.


– Astrógrafo debiera usted de ser y no andar con sandeces, que si pido no es por golfo o mal encarado, sino por gallináceo y destartalado.
Nadie se dio por aludido.


– De noche vienes… se interrumpió abruptamente Desmond Harris.


Acto seguido, inculcó las manos huecas en los bolsillos y una mueca anodina se estacionó en su cara contrita por la desnudez y el hambre.
Intentó continuar, pero no pudo. Todos en la habitación lo notaron.


El grupo le miró de hito en hito. Ninguno daba crédito a lo que sus ojos veían.
Desmond Harris monstruaba inseguridades dignas del dogma más dogmático jamás revelado.


Verlo derretido sobre el dosel de la ventana les dio un argumento más para mantener su inopia y desinterés más allá de sus propias y sosegadas narices.


Se miraron al unísono y sin pronunciar palabra ninguna, algunos tomaron sus guitarras y sus chilindrones, otros más se apoltronaron confortablemente sobre las finas lámparas de araña que colgaban del techo y algunos más hicieron piruetas insólitas sobre los quinqués de aceite de palmilla y los sifones de hielo seco que reposaban el sueño de los justos en mesas y anaqueles.


Hicieron (todos) como si nada hubiera pasado y sin más ni más, volvieron a sus actividades cotidianas mientras Desmond Harris se asomaba solícitamente en la siguiente ventana.



*Cuento elaborado al vapor muy cerca de una canasta de tacos al vapor…


Pueblo de Tlalpan

martes, 7 de junio de 2011

Sebastian Prada

El jicote # 8, 1ª función de maroma Grabado de JG Posadas, 1871




El salón está vacío


Me llamo Sebastián Prada y soy adicto. Esta es mi primera vez aquí y debo confesar que me siento un tanto nervioso y también desconcertado.
Cuando decidí incorporarme a estas sesiones de autoayuda, no tenía una idea muy clara de cómo sería la experiencia. Lo más que podía imaginarme acerca de cómo era este lugar y lo que aquí sucedía, tenía más que ver con las imágenes que llegaban a mi memoria de ciertos salones de barriada destinados a reuniones de neuróticos y alcohólicos anónimos.
Mucho café y mucho tabaco en esos lugares ¿No? Por cierto ¿Puedo fumar? ¡Gracias! ¡Ahhhhh!


Detrás del podium


Cuando pensaba que lo había experimentado todo… Bueno, casi todo… Eso de “experimentarlo todo” es una expresión tan soberbia, que si no fuera por esta simulada ausencia de ustedes en la sala, me sonrojaría por haber incurrido en esta frase tan presuntuosa.
Me enteré de este sitio a través de un canal de ondas hertzianas de alta frecuencia y claro, todavía con la sorpresa de haber encontrado al alcance de la mano, casi a la vuelta de la esquina como diría mi madre que en santo silencio descanse, un lugar así de extraordinario, tomé nota de las reglas de inclusión en el grupo y de participación en las sesiones.
Sin embargo, y es preciso aclararlo, a pesar de que estoy habituado a trabajar y vivir casi en soledad absoluta, experimento cierta extrañeza al hablar frente a un auditorio de sillas artificiosamente vacías, pero comprendo en razón de mi oficio, que ustedes también tendrán motivos muy valiosos e importantes para mantener esta particular forma de privacía.
Ustedes perdonarán los desvaríos. Podrán darse cuenta de que en realidad aún estoy nervioso, pero ya pasará. Confío en que en unos momentos más me habré acostumbrado a ésta dinámica y tomado confianza.


Había indicios saben, cosas que uno ve, pero que niega o no les da suficiente importancia, porque están como desligadas del resto de acontecimientos cotidianos. ¡No hay peor ciego que el que no quiere ver y peor necio que el que quiere creer!
Había indicios decía, que me señalaban que las cosas no iban tan bien, aunque no estoy tan seguro de que realmente las cosas me fueran mal, sino más bien creo que…


De un tiempo a la fecha, y ustedes perdonarán que no sea preciso con las fechas exactas, pero ésta secrecía sobre estos datos tiene más que ver con un asunto de propiedad tecnológica e intelectual, que con una negación meramente personal a describir con pelos y señales los episodios más sobresalientes de mi vida, tal como señala el estatuto 16 del reglamento de sesiones.

Se coloca delante del podium

No estoy cierto de si ustedes tengan conocimiento del LHC…
¡No lo creo! Claro, es algo que hemos mantenido hasta muy recientemente, bajo estricto secreto de estado. Verán, el Gran Colisionador de Hadrones (LHC “Large Hadron Collider” por sus siglas en inglés) ¡Es un gigantesco acelerador anular de partículas atómicas con el que pretendo develar todos los enigmas del “Bing Bang”! He diseñado y dirigido personalmente la construcción de este gran aparato. ¡Sí señores! ¡Lo puedo decir con orgullo: El LHC es la máquina más grande jamás construida por el hombre!
El experimento por supuesto ha provocado un encontrado debate en el mundo científico. Además, imaginarán ustedes que si el presidente del Pontificio Consejo de la Ciencia del vaticano, Gianfranco Cecum, expresó sin el mínimo recato en el “Corriere della Sera” su temor de que el Gran Colisionador de Hadrones, pueda descubrir la “partícula de dios”, se ha generado por supuesto, entre la gente común, una gran confusión espiritual y un miedo casi natural de que se puedan producir consecuencias catastróficas de todo tipo.
¡Nada más lejano de la realidad!


Con una fuerza nunca antes alcanzada, se harán chocar partículas atómicas en un túnel anular de 27 kilómetros de circunferencia. Ésta miniexplosión se realizará 600 millones de veces por segundo. En el acelerador habrá una temperatura de 271.3 grados Celsius bajo cero, es decir, algo menos que en el universo, donde hay -270.4°C. Al mismo tiempo, las colisiones de los núcleos atómicos harán que en el pequeño espacio alrededor de las mismas, la temperatura sea 100 veces mayor que en el centro del sol. Los protones llegarán a 99.9999991 por ciento de la velocidad de la luz, realizarán 11 mil 245 giros en el anillo subterráneo y se desplazarán a 299 mil 780 kilómetros por segundo.
¿Les sorprende tal empresa y sus alcances?
Claro, claro que hemos calculado los posibles riesgos y desviaciones del modelo estándar. ¡Un campo magnético, 100 mil veces más intenso que el terrestre, obligará a las partículas a mantenerse en una órbita controlada!
Confío señores, en que ésta información sea mantenida dentro de éstas cuatro paredes y con las reservas que un asunto de ésta magnitud merece.


Regresa detrás del podium


El caso es que hasta hace unos cuantos meses las cosas transcurrían sin mayor problema, ya que yo me encontraba enfrascado de lleno en mi trabajo, no había lugar, ni importancia alguna para nada que no tuviera relación con mi proyecto. Hacía mucho tiempo que me había acostumbrado a las miradas de extrañeza de conocidos y vecinos, y a que se hicieran en los lugares comunes de convivencia, comentarios un tanto irónicos acerca de mi modo de vivir y hasta de vestir.
Pues bien uno de esos días de asueto obligado, me dirigí en mi auto al centro de la ciudad. Después de buscar durante un rato un lugar donde aparcarme, por fin encontré un lugar vacío. Un hombre joven, de esos que amparados en una franela y ese sentido gregario tan propio de las pandillas, tuvo a bien dirigir mis maniobras de estacionamiento.
Yo seguí sus indicaciones al pie de la letra y logré gracias a su ayuda, estacionarme sin mayor esfuerzo. Cuando descendí de mi vehículo, deposité en su mano abierta un montón de números que extraje del bolsillo derecho de mi saco. Era justo recompensar su esfuerzo, de eso no cabía duda.
El hombre nomás mirar mí contribución, con un gesto de profundo desprecio y molestia, me aventó a la cara el montón de números y me espetó un provocativo: ¡Pinche ojete! De momento no supe como reaccionar, solo atiné a levantar del suelo los números y apurar el paso con el miedo de recibir no solo otra ofensa verbal, sino a recibir quizá, hasta algún mal golpe.
Si bien sus palabras de reclamo fueron una afrenta ominosa a mi persona, es probable que el hombre tuviera razón. Él esperaba otra cosa, algo más tangible y objetivo que unos simples números, algo como algunas monedas de cierta denominación valorativa
¡De eso vive! ¿A quién le importa una serie de razonamientos lógicos? ¡Si el mundo no funciona en relación al sentido común, sino más bien en relación a la emoción y las necesidades básicas de supervivencia!
Pero… resulta que en mis bolsillos solo guardo números.


El hecho me dejó un tanto trastornado, las cosas habían llegado demasiado lejos. Atendí mis asuntos lo más rápido posible y regresé a casa.
No bien estuve en el interior de mis aposentos hice un recuento de los últimos sucesos y caí entonces en la cuenta de que algo estaba pasando conmigo.


Esa noche no bien cerré los ojos, hice un viaje a las tinieblas. El silencio se extinguió seguido de un ruido insoportable. Eran tal el estruendo y la anarquía sonora, que no lograba escuchar nada reconocible.
Navegando en las telarañas del sueño pretendí sobreponerme al miedo, e hice esfuerzos sobreoníricos intentando aislar algunos sonidos de esa cacofonía infernal para tratar de entender si en ellos había alguna clave que yo pudiera distinguir e interpretar. Sin embargo, a lo mucho, logré diferenciar algunos ruidos (porque no pueden designarse de otra manera), que tenían cierto tono agudo, como el de los bips de un ordenador, aunque también alcancé a identificar muy ligeramente otro tipo de sonidos, pero a los que no presté suficiente atención ya que en ese momento no conseguí precisarlos claramente.
Es evidente que no pude descansar apropiadamente, y las cosas fueron diferentes a partir de ese día.


El suceso era extraordinario, no solo reflejaba en mí un desorden en la recepción de ondas ultrasónicas, sino que además me dejaba frente a una disyuntiva: 1) ¿Había alguna conexión real entre los sucesos relacionados con el franelero que me aventó los números en la cara y la alteración de mis sistemas de percepción cerebral? y, 2) ¿Habría afectado el fenómeno sónico mi capacidad receptora de ondas hertzianas de alta frecuencia?


Por supuesto no fui a trabajar, mis nervios no estaban lo suficientemente templados como para enfrentarme a los desafíos que mi trabajo de investigador requiere. Así que me puse a reflexionar acerca de lo vivido los días previos y el significado de la experiencia nocturna.


Pasadas unas horas, ya un poco más tranquilo, tuve oportunidad de hacer nuevas consideraciones a la sensación acústica experimentada.
Una reflexión metódica me hizo concluir que si hubiera sido suficientemente consecuente con mi profesión y no con el miedo que el caos puede generar, podría haber encontrado una interpretación racional a esas otras sonoridades que escuché, pero a las que en ese momento no presté atención. Esas resonancias a las que no presté suficiente atención tenían cierto aire de eco y un tono gutural, quizá hasta un timbre un tanto polifónico, algo ciertamente parecido a las palabras. Probablemente había un mensaje cifrado al que no atendí con suficiente consideración. Claro, es más fácil castigar al mensajero que hacerse cargo del mensaje...


Después de varios días de insoportable desasosiego, consideré que era momento de obtener ayuda profesional, y cuando digo profesional no me refiero a la colaboración de mis colegas cientificistas o matemáticos, ya que el problema no estribaba en un asunto de carácter científico, sino en algo más de carácter personal. Mí prestigio como hombre de ciencia estaría en entredicho si no mantenía un mínimo nivel de discreción, por lo cual precisaba no poner al descubierto frente a mis financiadores y compañeros de trabajo, un posible desorden mental.


Así, en la búsqueda de una respuesta más que de ayuda emocional, acudí en primera instancia, con una profesional, por lo tanto busqué a una doctora en análisis transaccional, de la cual ya tenía referencias por haber pasado en múltiples ocasiones frente a su gabinete de consulta.
Hice una cita telefónica, solicitando que la entrevista se realizara lo más pronto posible, lo cual me fue concedido, siempre y cuando yo estuviera dispuesto a acudir en el horario que ella tuviera disponible, dada su cargada agenda profesional.
La doctora me recibió en su consultorio dos semanas después del episodio acústico.
Considerando que la doctora requeriría cierta información adicional para hacer su valoración, además de mis datos generales y la narración de los sucesos más recientes, estaba dispuesto a reconocer frente a ella, que cierta información que he utilizado para fines de mis proyectos e investigaciones se ha allegado a mí, a través del canal de ondas hertzianas de alta frecuencia al cual tengo acceso privilegiado en razón del avanzado desarrollo de mi hemisferio cerebral izquierdo.
Sin embargo, esto no fue necesario, ya que sin haberme siquiera recostado en el diván de las confesiones, ella me diagnosticó.
Solo mirarme a los ojos y leer la palma de mis manos le bastaron para ser contundente: Padece usted de una disociación magnético-matemático-esquizo-cerebral.


Se hace un silencio espeso


Esto me hizo pensar y suponer…
¡Por favor señores! ¿A que la alharaca? ¡Mi trabajo es pensar y suponer!


No le importa y continúa


Me hizo pensar que nadie es más esclavo que, el que falsamente se cree libre… Yo por supuesto, no tenía idea de ello…
De mi desconocido y probable desarreglo mental, quiero decir…
La elaboración de modelos matemáticos, el uso de variados ordenadores y maquinas inteligentes, el ingreso a salas de seguridad extrema, la apertura de carnets, cuentas bancarias, apertura de cajas de seguridad, la obtención de cédulas de identidad, boletos aéreos electrónicos, tarjetas numéricas de acceso y documentos de registro me obligaban a memorizar cualquier cantidad de series numerarias.
Coleccionar números era parte de mi trabajo.


Sin embargo, después de la sesión terapéutica con la doctora y sin estar plenamente consciente de ello, comencé a coleccionar casi obsesivamente nuevos nickname´s y toda clase de guarismos y claves alfanuméricas.
Cada día se convertía en una búsqueda insaciable de nuevas combinaciones y posibilidades algebraicas…


No quisiera cansarlos demasiado con esta historia, así que antes de concluir con mi intervención, quiero hacerles una atenta solicitud:


¿Podrían señores, ser tan amables en anotar en la hoja que voy a pasarles a continuación, su nombre en clave y, el número que se les ha asignado para ser miembros de ésta cofradía?

miércoles, 25 de mayo de 2011

conversación feisbusiana

Foto en fb: Edgar Khonde, Mayo 25


Edgar Khonde-

¿A ver colegas, literatos, lingüistas, palabradores y choreros, que clase de verbo es este? (Acción poética): Llueves.

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Muchas opiniones después…

Lucas Matus-

Damn ustedes los literatos poetos y escritores tienen demasiadas dudas exponenciales

Evidentemente no es un verbo copulativo
en todo caso es una verba figurativa
ya que la acción descrita no deja más opción que catalogarla
en el estrato de las líquidas palabras
el de las húmedas ausencias las que surgen de los ojos
las que son hermanas de la sal y el corazón contrito

viernes, 29 de abril de 2011

“Hablando de danzas y poesía”





…Nosotros que somos nuestros impulsos,
olvidamos incluso nuestras mejores esperanzas orillados por las convenciones
hasta el último remordimiento...

desenlaces (endings) Elizabeth Jennings





...aggggggg, no es para tanto ché!...





Dir Salomé.

Hace rato buscaba respuesta a una pregunta que rondaba en la duela de un estudio de danza.

La pregunta caminaba o se sentaba caprichosamente al lado nuestro
mirándonos a todos con sus ojos de cadena, sus huesos rotos.

La pregunta es como muchas de su clase,
totalmente ortodoxa, intolerante
e incluso, insufriblemente irrecusable.

Es tan persistente que nos habita,
nos hace creer en el dictamen de la mirada
(des)calificadora de los otros
y así,
tan tranquila nos paraliza,
nos atora la respiración y los sentidos.

Nos enseña la cara del peor de nuestros enemigos,
la de nosotros mismos.

No contenta con ello, nos da argumentos para excusarnos
y entonces con los laberintos del cerebro enredados entre las piernas,
le ponemos un silenciador al diapasón de nuestro corazón…

A mí por supuesto me valió madres y le dije a la pregunta cara a cara,
¡O te callas o te sales de la sala!

¡Senso…!


Biloquio

Martha Pa: - La sola imagen es poesía…

- Querida Martha Pa, la poesía anida en las gargantas, sobrevive a los cristales en los ojos y nunca será propiedad del dueño del lápiz,
sino de quien tiene el corazón en la mano.

sábado, 2 de abril de 2011

Elpis Pilla Niña


Dntzl Butôh 2010



Elpidia niña nació mujer, la cuarta, la indeseada, repudiada desde el vientre de su madre cuando la pikurpiri del lugar predijo por la redondez del vientre y la inmovilidad pendular de la plomada guadalupana de 17 quilates, que el ser que se agitaba dentro, vendría como olla abandonada, rajada por en medio.


Sus cinco primeros años los pasó extraviada entre triques y cachivaches juntando pasos y silencios a fuerza de mendrugos, mientras aprendía el sendero de la casa al pozo, del pozo al lavadero y del lavadero al fogón, curtiendo sus pies descalzos con piquetes y arañazos, y la espalda casi desnuda con el yugo de la aguada.


Durante las noches tiritantes de lastimante frío y escaso cobijo, perseguía insomne noctámbulas hormigas gigantas para enterrarse con ellas en el calor del hormiguero y amanecer sumergida entre los granitos de piedra que rodeaban el agujero.


Cirilo a sus 26 años era un viejo de brazos cansinos y aliento alcoholizado, que buscaba infructuoso el varoncito que le diera respiro y herencia a sus terrones, pero la “y” no salía de sus espermas y por dicha falta, golpeaba a manos llenas a María Sanjuana, que remataba sus dolores en los brazos y la espalda de Elpidia niña.


Llegados los siete años entendió que el frío le era propio, que el hambre la nutría, que el llanto le sobraba, que el silencio le conocía y que el miedo le temblaba en la boca y en las manos.


En el tiempo de las aguas, se asomaba por el ventanuco de su casa y soñaba con ser líquido y escurrirse de las manos asfixiantes de su madre distante de caricias y sobrada de rencores.


Dios te salve María lloriqueaba para sus adentros María Sanjuana mientras sentía en carne ajena los empujones de Cirilo entre las piernas de Elpidia niña que arañaba con sus uñas de luna eclipsada los adobes y aguardaba con un grito en el silencio los espasmos embriagados de su padre, para amanecer sus ojos en el rojo del ocaso y callar, siempre callar sin entender.


Por las mañanas mascullaba temerosa María Sanjuana ¡Por dios Cirilo, pero si es tu propia hija! -dios no da para tragar y ésta sólo es una carga, por lo menos que ésta dé pal servicio del cuerpo- y el silencio se extendía inmundo y opresor sobre los ojos y las bocas de todos los presentes en la única habitación de la casa.


Elpidia niña olvidó en defensa propia los agravios diarios, aborreció el olor del chínguere de caña y se arrancó pedacito a pedazo todos sus adentros para no engendrar más niñas ni lamentos, ella que sabía que los rugidos de las maquinas humeantes enrieladas y los aullidos de coyotes en el cerro no causaban medrosía como su padre, ella que sabía que las arañas, hormigas y alacranes colgados en el techo son menos agresivos que el hombre que la había engendrado, ella que sabía que ni siquiera los rosarios, ni la torre de marfil te defienden del borracho violador, ella que sabía que su madre anestesiada, era otra hija del dolor.



El domingo día justo de sus nueve años, llegó al rancho muy de mañana Doña Cruz, mujer vieja desde siempre, flaca y correosa, mujer de pocas palabras y muchas angustias a solicitar a cambio de unas monedas, una niña que le hiciera el servicio, compañía y los mandados. Era propietaria de la tienda de abarrotes “la esperanza” en el pueblo de Villalta, cabecera municipal y centro comercial de la meseta serrana, donde las rancherías mercaban sus ajuares y despensas y aunque jauja estaba cerca, la felicidad de su casa estaba lejos.


La mueca permanente de su boca revelaba la soledad estacionada en su cara por el tren que se le fue sin detenerse, así que con una mal fingida sonrisa solicitó que le trajeran a las niñas. Revisó equinamente dentaduras, brazos y muslos, midió estaturas y alcances, estrujó y pellizco nalgas y cachetes, observando de reojo los llantos y quejidos de unas y las silenciosas lagrimas negras que corrían por las mejillas cuarteadas por el frío de Elpidia niña, decidiéndose al final por esta última como sobrina putativa, aceptando el convenio de la compra:


-¡Quien soporta las heridas, soporta los guacales!


Recorrieron en silencio el camino de regreso y de llegada al pueblo, mientras los brincos del carro alquilado daban luces de confianza a la niña que soñaba sin ver con sus ojos abiertos una casa sin dolor.


- Mete y acomoda esos guacales y costales en la bodega, fueron las palabras de bienvenida a la casa grande, de abarrotes y botica.


A partir de ese día descansó Doña Cruz su peso y sus trabajos en la espalda lastimada de Elpidia niña.


Cada semana, Juancho bajaba ennegrecido del cerro con sus cargas de carbón y leña, amarraba las bestias en el aro incrustado en una columna de los portales y caminaba hasta una de las puertas de la tienda buscando las sonrisas medianas de Elpidia que retorciendo sus trenzas sonrojaba sus abrazos más deseados, mientras Doña Cruz incapaz del amor, después de diario gastar sus pasos tras el mostrador, cerraba con diez aldabas las salidas solitarias de la joven que vio pasar de lejos el tiempo y los burros cargados de Juancho, hasta que los años les fueron más que impedimento, consuelo.


Cuarenta años a la sombra obstinada de la tía, la dejaron sin dientes, enmielada la sangre y la orina, entrenada la mano para acumular monedas y valores y una soledad inmensa que no le cabía en todas las aurículas y ventrículos de la casa grande, ahora propia.


Una noche iluminada de luna en el fondo de su cama corcovada pensó que nada la detenía entre esas 25 paredes, así que esperanzada nuevamente hizo por primera vez planes propios y al clarear el primer amanecer y debajo del vestido oscuro que hacía juego con su bozo y su sonrisa mediana de dientes ausentes, Elpidia salió de su casa dejando la tristeza anclada en el fondo de su pozo, camino en sentido contrario al ocaso, hasta llegar a la ciudad desconocida, abrió el portal donde se encontraba su libertad, cambió sus ropas, sacudió sus rodillas, sanó sus heridas, borró sus cicatrices y se rió a carcajadas.


La última vez que la vi, Elpis pilla niña sonreía completa, verde vestida, caminaba sin prisa y de sus manos morenas caían pedazos de luna que yo recogía sin que ella se diera cuenta.




Mechuacan México, 2005

sábado, 5 de febrero de 2011

Fu-Man-Chú

..de la colección de dreamers.com/los pulps 2011…
Por cierto, Woody Allen filmó en el 2001 "The curse of the jade scorpion"...

Los sueños están publicados en el Almagesto
...Bien sé que soy mortal, una criatura de un día.
Pero si mi mente observa los serpenteantes caminos de las estrellas,
entonces mis pies ya no pisan la tierra...

Tras las marquesinas del Hotel Regis,
Fumanchú en el escenario nos manda a la ensoñación sin tiempo…

Sur, tango



Los años, pueden ser hojas en el calendario,
piedras pa tropezar y volverse a levantar,
un par de valijas en la sala de espera que se quedó cansada de aguardar bajo los huesos adoloridos de los hombres que van de paso,
los exfoliados;
y pasar junto con ellos,
uno tras de otro,
uno tras de otro,
uno tras de otro…

El tiempo, pueden ser tres quijotes y un Fu Manchú,
también un lápiz,
tal vez un sombrero madrugador y un portafolio cada día más choncho de tanto acumular las hojas,
el contenido de las hojas,
los sueños atrapados en las hojas,
el camino incierto de las palabras dentro de las hojas…

Y guardar al paso de ambos,
un montón de memorias sólidas como el olvido,
intransigentes como la necesidad de no perdernos
y perdonarnos,
entonces inventamos los calendarios,
las fechas festivas, los atardeceres, los días de guardar;
hacemos del sueño el último recurso.

Sueños en vertical y sueños en picada,
casi maldiciones…

Los sueños en los ojos y los ojos en las manos,
las imágenes,
los pensamientos atornillados en las sienes,
vuelta tras vuelta,
machueleando las paredes,
arrastrando a las manos al baile,
al camino del río y la serpiente,
del ojo de venado y las mandarinas de Veracruz;
al sureste de los nombres ciegos grabados en las piedras de cada casa,
de cualquier esquina,
del verbo detenido en cinceladas,
en frases,
líneas y trazos…
nombrar y olvidar,
olvidar y recordar…

Y sin ataduras ni mortajas ser la tinta derramada,
los brazos insurgentes de Kali,
la voz siniestra que habla tras las rejas de la oreja,
creer estar dormido mientras se está despierto,
ser la memoria histórica en las costras de los paredones en la 4ª calle de Mesones,
tener membrecía irrevocable en la taquilla de salida,
aterrizar a las 24:93 sobre las calles de la ciudad justo en la espalda de María,
después,
hablar de las noticias de la jornada,
evadir de mutuo acuerdo el futuro imperfecto,
remontar los pasos, desaparecer los almanaques,
arremolinar sobre la cama gladiolas y besos de despedida,
cada quien por su camino,
sur, paredón y después, una luz de almacén, ya nunca me verás cómo me vieras
porque cualquier cosa siempre es buena, antes del amanecer y después del medio día…
andar y desandar,
armar,
amar y desarmar las valijas,
acomodar y abandonar las repisas y las camas,
templar las velas,
sin detenerse,
sin pausa para respirar,
sin pausa para respirar,
sin pausa para respirar…

..
.

sábado, 29 de enero de 2011

Sobre la antología de poesía "Allí Donde suenan las trompetas"


Paco Pacheco, Andrés Cisneros... y Lucas Matus haciéndolo al cuento

Texto pa la presenta del libro “Allí donde suenan las trompetas”
Antología realizada por Sergio García Díaz y otros nueve autores.


Hablar sobre un libro siempre implica una mínima responsabilidad, leerlo…
Escribir sobre lo escrito es aún más complicado.

Lo hago con la vergüenza del hombre sin camisa, del caminante devorador de titulares de las malas noticias nuestras de cada día, del despistado que espera reconvertir las hojas de papel periódico impresas con sangre por la hipocresía social y la brutalidad de nuestros días, en objetos que no nos ofendan tanto la vista: un sombrero, un libro o un barquito de papel; pero lo hago también, con la impudicia de las puertas de cantina, batiendo los rescoldos del café a la media noche con el afán del lector obsesivo, del comeletras…

El tiempo transcurre entre la estación del metro Pantitlán y avenida Sor Juana,
- Antes de la esquina por favor…
La micro se detiene fugaz en las esquinas,
da el laminazo,
se escurre una vez más,
son circuitos de ida y vuelta,
el chófer y la qué buena.
Dormitar,
ver a los de enfrente,
inevitable,
tus historias y tus espejos,
tú repetido...

Cayendo la noche en Nezayork, las ninfas cobran vida en las esquinas, las calles se convierten en cantinas, el chemo rifa,
las sombras pueden ser peligrosas,
sin embargo, no puedes mirarlas de lejos, caminan contigo.

Así, en las hojas de este libro hay un olor a desesperanza, a pasos con destino avasallado muy cercanos a hundirse en el fango de la nostalgia, no es el estómago el que sangra, es el corazón convertido en tinta y en carbón, en línea discontinua, emociones prolongadas en poesía.
En sus líneas, hay una sensación de calles creciendo ineludibles, reptantes, devastadoras, de sangre que se desata, de recuerdos arrancados a pedazos.
No sé,
leyendo este libro habría que preguntarse cuanto la geografía Neziana (palabra cuya raíz puede ser Neza, pero también puede ser necedad) se impone al apelativo del Bukowsky (porque en este país hay que ser muy necio pa Escribir y sobrevivir de lo escribido), cuantos se desgarran a sí mismos pa rescatarse y volverse a lanzar al propio infierno, al abismo, a la palabra, al veneno diluido, cianuro de escribir, azul casi morado, a las correcciones sugerencias del tutor.
¡A las ganas escribirlo así,
porqué así les dió la gana!

Perderse en la lectura, es un acto mágico, es la suplantación del tiempo y el espacio, es, hasta un acto vouyerista; en el caso del libro, es un asomarse impune a las emociones de los otros, los poetas

La noche transcurre oscura, luna creciente, camino de retorno a casa, otra vez… again, again, again…

Te bajas Allí donde suenan las trompetas, y enseguidita, enseguidita, te encuentras al Sergio GarcíaDíaz, que se da el timing del gourmet pa servirte un bufet de poemas largos, atreviendo el nombre, el propio y el de los demás, los cómplices, autores intelectuales, nueve navegantes que hacen escala en la casa del poeta las dos Fridas, lugar de reconocida filiación Bukowskyana, afincada entre la biblioteca y el taller, nomás faltaba que también la calle se llamara así.

Ninguno acaba de llegar (a la poesía). Y Sergio así lo reconoce, por ello, se atrevió a naufragar de esa forma, nos dice en la introducción. Se armaron de valor y de palabras los bardos navegantes, soñadores, y se aventuraron en las tinieblas con el bolígrafo desenvainado, por la necesidad primitiva de narrar y cantar, de exponerse a voz desnuda.

Haciéndola de abogado del diablo, usa el pretexto del poema largo pa darle voz a los poetas de MiNezota y nos quiere entretener con dialécticas de tres cuadras adelante pa hacernos más deseable la lectura, Sergio, cocinero de palabras.

Hay un reto en el poema largo: mantener el equilibrio, nos dice insistente, antes de dejarnos leer a los poetas.
¡No estamos hablando de una colección de fragmentos! Afirma tajante.
¿No estamos hablando de una colección de fragmentos?
Sí todos somos espejos de otros, fragmentos de historias transeúntes, encuentros y desencuentros, ansias, llegadas absolutas y huidas, la tinta derramada, el registro de la épica, ojos de los ojos, carne de mi carne siempre lejos, dice Héctor Marat en la apertura de los textos, Héctor, que en el apellido lleva la penitencia y muere irremediable a manos de un clavo que sin mediar guillotina es la carne preferida del caníbal llámese Diana o Beatriz o Lucía o perengana, olvidar para escribir.

Daniel García se desborda, hay que subirse al arca de Noé, soltarse la boca en el Día cinco de la loba en el paraíso; Daniel se oxidará al final atravesando con una daga los ojos del insomnio, sus propios ojos de despedida.

Recuerdos herrados a golpes de mazo, a cincel de olvidos, nostalgia de tres cuartos, casi una canción campesina, paso a pasito que no es cuestión de velocidad, sino de resistencia… porque el agua siempre vuelve a madre, terruño y río de nostalgia, Javier Serrato Vargas, nos conduce por el camino diluido del pasado, atropologándose a sí mismo en afanes sediciosos tal vez o en afanes que le arrastran la memoria, quién sabe...solo él y la abuela Catalina.

El frio se estaciona en la ventana, la calle está ahora silenciosa, estamos de regreso, detengo la narrativa y la tomo con mi voz, a Verónica, nos convertimos en eco, otra vez el espejo… Mudo el relámpago parió la desesperanza y fuimos inocentes como caimanes evadiendo el genocidio, estúpidamente lentos nos sentimos de brazos caídos y ya no luchamos… se nos vuelven las manos ríos, nos angostan la garganta, trémula la lengua se desborda, féminamente la palabra se declara como el silencio del relámpago.

Felocráticamente reivindica al pavorreal, decimonónicamente se arranca el plumaje para tejer alfombras como persa y dormir el sueño de los justos en un harem que huele a niña. Alberto Vargas Iturbe llega y se va, sin necesidad de drogas ni cerveza. Se va…

Filadelfo se trasmuta en Caronte, navega por las aguas de la evocación, construye réquiems y mausoleos. Reclama los derechos de abordaje sobre las islas del inframundo y se instala en la geografía de Betty Zohar, recurre al silencio personal, al estilete de la palabra para nombrarla, al último escalón de la memoria, pronunciar su nombre, pronunciar su nombre, pronunciar su nombre, para no olvidarla.

Desde la tierra primigenia, identidad y destierro Jessica Adriana Gómez, escarba en todas las que son, en todas las que la habitan, piensa en la que deja jacarandas arremolinadas sobre su cama, la que teje hormigas, la que se desnuda de palabras, la que camina y se desanda, la de las batallas silenciosas, la que es origen y matriz, mujer y acertijo, maga etérea.

Desde el pretil del cuervo, asomado a la propia putrefacción de los sueños, Ezra Ailec observa y escupe, observa y escupe, grita, se asoma entre las cicatrices, se diluye en la agonía, y después abre los ojos…

Roberto Romero Aguilar declara sin más, que somos lo mismo, un puño de huesos, una calle, un retrato.
Somos historia de los nadie en calles envueltas en delirios, en muecas, en la jeta hecha girones.
Luna de sangre devórame como hiena entre cadáveres…
Moja la mona, no la hagas de pedo… no me estén chingando
.

Sergio GarcíaDíaz emerge y se pregunta, patea una lata calcificada y se detiene, siembra una incertidumbre en el sentido de lo humano, discreto, mesurado nos muestra sus manos de hortelano de palabras, camina por la cuerda floja vista desde las alturas del equilibrista y allá va en busca del otro andamio, sabe de las infamias de los zapatos, percibe los conflictos del clavo entre oprimir y ser golpeado, de la lengua en la garganta, de pájaros invisibles, de bolillos y maletas
Y bueno que he de decirle al maestro Checo, sino que a mí también
me gusta mirar las nalgas de mi vecina

Amar en tercera persona del pluripersonal imperfecto, cada quien que se ponga las zapatillas que mejor le acomoden.
Desamamos a escondidas, esperando ingenuamente que un día él o ella nos lea, decirle en su cara lo lejana que era, lo torpe de su despedida.
Vomitamos las palabras que nos sobran, los sueños que nos indigestan la madrugada, la ausencia, la melancolía,

Y allá vamos andando
por allí
donde suenan las trompetas



Enero 28, 2011
Letrán Valle, DF

lunes, 24 de enero de 2011

De buitres y carroñas


1933-1934, murales en el mercado Abelardo L. Rodríguez
en República de Venezuela, centro histórico, DF
.
…Inocentes como caimanes evadiendo el genocidio,
estúpidamente lentos…

Verónica Núñez Abad





Vomitemos las palabras que nos sobran,
arranquemos las costras inmundas de la indolencia,
defequemos en los sueños mal paridos,
caigamos junto con los buitres sobre los restos blandengues de la sociedad…

Et là-haut, les vautours sont en attente...
En lo alto, están los buitres a la espera


Animal entre los animales,
irracional con conocimiento de causa…

unos y otros nos encontramos apestados
cómplices complacientes hasta la primer ventaja,
después ca´quien por su camino,
a rascarse con las propias uñas,
a morirse de miedo a otro lado.

Escribamos más mentiras insignes para ensalzar las verdades más absurdas,
pongámosle el cepo al chivo expiatorio,
dictemos sentencias de justicia paradójicamente demoledoras e incuestionables,
exoneremos al de las presuntas manos limpias,
al de la corbata de seda y el traje impecable,
porque la verdad nos hará libres;


Refocilémonos en la molicie,
mastiquemos los códigos del horror,
del sacrificio, de la tortura, de la sangre derramada;
porqué lo sabemos bien,
nada humano nos es ajeno.

Instaurada la dictadura del odio,
hagamos oídos sordos,
volteemos la mirada hacia ningún lado,
inventemos eufemismos, palabras cripticas y tecnicismos, pretextos.
Démosle una vuelta más a la tuerca del egoísmo,
cerremos los ojos,
escudemos la cobardía en los mecanismos de defensa que nos venden a la vuelta de la esquina.

Embriaguemos la conciencia,
hagamos el funeral de la constancia
descansemos mórbidamente… que nada, nada tiene importancia…

Henchidos, abotagados, insomnes, parasitados, nerviosos, dopados, pestilentes, recurrentes, dóciles, alarmados, somnolientos, dementes, viejos, cansados, aculturados, inciertos, mustios, pérfidos, indinos, falaces, frágiles, bestiales, inmisericordes, sordos, burdos, indiferentes, cobardes…
¡Hasta la puta madre!

Solacémonos en la espera sentados y gritemos a los cuatro vientos,
impunes, ingenuos, confitados:
¡A mí que no me culpen, que de nada soy culpable!

Hagamos de tripas corazón y a darle vuelo a la hilacha,
que pa morir hemos nacido…

Y una vez moridos,

Llegarán los carroñeros atraídos por la diáspora del espíritu bautizado con ferormonas,
nuestro último aliento de identidad.
El olor de la despedida,
carne eres y en caca te convertirás.

Los cuervos arrancarán con la delicadeza del cirujano,
el brillo de la avaricia, la lascivia,
la cobardía de las cuencas ciegas de la humanidad…
porfiada, gozosamente.

Los buitres se tragarán los apéndices más notorios,
las tripas más podridas,
despacio, sin prisa;
lo sabemos,
la putrefacción es el valor del añejamiento de la vianda,
lo que enrarece el gusto por los sabores más primitivos,
¡Que no es tragar por tragar!
Sino darle libertad
a la quintaesencia de la vida, la Muerte.

Derrumbarán a picotazos la sordera de nuestras paredes,
nos someterán al escrutinio de la disección y el escalpelo,
expuestos los cuerpos a la desnudez más absoluta,
a la inmovilidad feroz de una esquela en la página de sociales,
al anonimato de una estadística,
a las manos con las palmas descubiertas.

Lacerarán sin miedo,
uno a uno los músculos y tendones;
lujuriosos de adrenalina,
devastarán las partes blandas,
saciarán sus oficios
y regurgitarán sin mayor oficiosidad ni reclamo
el alimento para sus crías,
del hombre al hambre,
de la muerte a la vida.

Evocarán la voz del tiempo con sus chillidos,
sus cacareos.
Serán nuestra voz cuando las caretas se derrumben,
Cuando los labios no sean sino el rictus de la ausencia
y en la garganta ya no quepan más recuerdos malheridos,
cuando todos se hayan ido,
cuando no haya más necesidad de compañeros ni testigos,
cuando valgan madre los pretextos
y no nos quede más camino.

Vivir buitre.

viernes, 21 de enero de 2011

Noticias que nadie ve...


Sobre la criminalización del aborto espontáneo por parte de la neo+santa inquisición:
Baja California, Enero 20, 2011. Mujer de 21 años sentenciada a 23 años de cárcel, mientras sicarios sangrientos, políticos corruptos, criminales de cuello blanco y pederastas de sotana deambulan libre e impunemente…


Leemos las noticias y
lloramos desconsolados sobre las ruinas de la humanidad,
desgajados los hombros,
amordazadas las manos,
cubiertas las heridas con esparadrapos y evasivas,
entumida la lengua,
cristalizada la garganta,
extraviada la fe en los albañales,
angustiados los pies de tanta huída,
doliente la mirada,
escabullendo los remordimientos,
cerrados los ojos para no sentir,
víctimas cíclicas de la propia inercia y la inacción
miramos de lejos y abrigados en la comodidad del couch de la sala
el juicio sumario y el castigo inmisericorde sobre el cuerpo de las otras…

y seguimos callados…

Enero 20, 2011
Pueblo de Tlalpan

miércoles, 19 de enero de 2011

bits

ahora vives pegado a la maquina?

tienes líneas de chip en los dedos?

insertas tu índice en un puerto usb?

cuando te duermas sueñas bites?

cuando roncas usas el ecualizador integrado?

al despertar abres una ventana de diálogo?

Welcome...

jueves, 13 de enero de 2011

dado el caso...


Dn LM, ínclito vecino de la Castañeda, jome de tudos nostros...
1934



Estimado L

No escribo más a menudo por no decir muchas pendejadas.
Hoy te escribo porque es domingo y no tengo otra cosa que hacer aparte de escribir mi crónica semanal:
NOTICIAS del MUNDO que nos toco habitar.
Pero también porque ando escribiendo una obra de teatro inspirada en …

…Cuando la tenga más en forma, si te late te la mando...

Objetos de esta misiva:

PRIMERO:
No sé si ya te avisaron que ya entramos al 2011 con el principal objetivo de dejar la zona de desastre del 2010...


Signore B,

En primeras un abrazo, que de fiestas y distancias ambos sabemos más de dieciocho cosas, ninguna de ellas importante y mucho menos flatulenta,
de tan sencillitas ellas.
Yo no sé si es cuestión de menudencias o frecuencias calendáricas el tiempo que le toma a uno el escribir o decir pendejadas,

sin embargo en el mundo del revés,
los periódicos no son una mala pasada,
las gaviotas se cagotean sobre un sujeto sin despertar una marejada
y uno puede expresarse sin temor al ñor de las tijeras.

El caso es, que en el caso de que efectivamente se dé el caso,

yo le diera una lectura a su texto suyo de usted,
porque como dicen que dijo,
que dado el caso de que enviara usted el texto,
yo pudiera leer efectivamente el texto suyo de usted
y saber indudablemente de qué se trata este caso.
De otra manera, no tendría caso opinar
sin conocer el texto suyo de usted.
Y mire, neto que lo digo por si acaso.
Mientras tanto, como ya es muy de madrugada y mi celda me reclama,

le manda un abrazo, este amigo suyo de usted!

domingo, 9 de enero de 2011

Correspondencia Siliciana

Portada y composición textúrica César Cortés
Viñetas Lando Micco
2010



Antes de dejar Silicia, podríamos bebernos unas birras a la salud de los abandonados,
Olvidar las lágrimas en las fracturas de las paredes
Y llegar a la siguiente posta como si nada hubiese pasado.
Quienes pregunten ¿Por qué? Serán desechados cual servilletas de papel
En las que no se escribirán más historias…

Un gran abrazo maese!!!



Esa voz me agrada! Ya está;
habrá que ponerle día y lugar a la relatoría de los hechos silicianos;
balbuceos fúricos en medio de viandas y sustancias;
husmeo en la ingravidez y alegría del escape frente a la contrición en el disimulo
y el sosiego de lo permanente…

Un abrazo también!