lunes, 12 de octubre de 2009

Měsíc říjen

Xim Bachebleu. Zócalo Sept 2009
Hay tardes y tardes



Cuando a Julieta la sustrajeron de su cuna, no sabía si en realidad se llamaba Silvana o Carola, aunque ella siempre prefirió ser nombrada como Julieta.

Quienes la conocieron noches adentro, negaban al resto de los comensales en la tertulia bogotana que la niña de sus manos tuviera los ojos de la condesa señora doña Colima como ellos afirmaban ebrios al compás de una polka y un vaso de cerveza.

Julieta desde sus ojos de niebla se reía para sus adentros y tejía fino desde la ventana.

Cada tarde, al caerse el sol por los tejados del vecindario de añejos edificios verdes y portones apoltronados en viejas costumbres ya para entonces olvidadas, bajaba los cuatrocientos treinta y tres escalones de su laberinto, salía y caminaba despacio por las calles antiguas del barrio "La Candelaria", hasta perderse en la voz sin tiempo del cielo crepuscular.

Hace poco, unos amigos lejanos afirmaron con la mano izquierda en el borde decadente de su sombrero anaranjado de fieltro, que la vieron de lejos y que tenía algo extraño entre las manos, algo parecido al gris olvido y un tanto cercano al rojo silencio.

Probablemente se confundieron, sus ojos ignoran que cada cierto tiempo en las noches del antiguo mes octavo, Julieta hilvana… lunas de fieltro semitransparente e irrefutable color rojizo.

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